Después de que mi hijo y yo tomamos las decisiones paralelas de ya no regresar a la escuela que yo le había fundado, nuestra vida mejoró muy rápidamente. De repente mi hijo tuvo la libertad de utilizar sus días para lo que él quería, y yo pude iniciar y crear un nuevo proyecto.
Ese proyecto se llama Explora, es un Agile Learning Center – o Centro de Aprendizaje Ágil.
Me había prometido nunca jamás volver a hacerme responsable de la educación de otros niños, pues no quería ver Explora como una escuela. Pero ya que Explora se basa en los principios de educación auto-dirigida, son los niños los verdaderos responsables de su propio aprendizaje y educación. Eso significa que ha desaparecido esa presión que yo sentía en el pasado.
Yo quería crear un entorno donde el enfoque principal fuera el bienestar emocional de los niños y la libertad de la exploración. Sólo cuando los niños se sienten seguros, apoyados y aceptados por quiénes son y cuando son libres para aprender, lo pueden hacer a su máxima capacidad.
Mi hijo, con síndrome de Asperger, nunca se había sentido entendido y respetado en su escuela anterior – a pesar de la pedagogía progresiva que ahí se manejaba. Yo pensaba que si lograba que él se sintiera bien, todos los demás niños también se sentirían a gusto. Y así es en la actualidad. Él es nuestro “medidor”. Esto no significa que no surjan conflictos. Sin embargo, la forma de manejarlos es muy diferente.
Tenemos niños que provienen de mi escuela anterior, tenemos niños que están siendo desescolarizados (como mi propio hijo) y tenemos niños que provienen del sistema convencional. La diferencia entre los primeros dos grupos y el último, es abismal.
Los niños del sistema convencional tardan mucho antes de desarrollar su toma de iniciativa, sentido de responsabilidad y su propia creatividad. Son estos niños que, al inicio, parecen un poco apáticos y aburridos porque están tan acostumbrados a que los adultos dirijan su tiempo y tomen todas las decisiones por ellos. Cuando por fin les llega la libertad de hacer lo que quieran, no saben cómo lidiar con ella. También son estos niños los que tienen más dificultad en respetar los acuerdos y a sus compañeros.
Nuestro papel de facilitadores consiste en dar un máximo de apoyo con un mínimo de interferencia. Nuestro trabajo no es entretener a los niños, sino apoyarlos, pero cuando ellos mismos lo pidan. Y conforme van desarrollando su independencia y creatividad, menos apoyo buscan.
Para mí, ha sido un gozo ver que cuando el enfoque principal es que los niños estén emocionalmente bien con plena libertad, esto es lo que ocurre como consecuencia:
Empiezan a tomar iniciativas y decisiones, resuelven problemas, gestionan su tiempo, toman responsabilidad: de ellos mismos, de la comunidad y de lo que ahí se crea.
La creatividad chispeante que esto genera no corresponde a nada que yo haya visto en ninguna escuela convencional o en una escuela de pedagogía progresiva (como Montessori o Waldorf).
Uno de mis facilitadores es maestro de primaria. Para mí ha sido maravilloso observar su cambio. Cuando yo lo conocí, estaba completamente convencido de que “todos los niños tenían que ir a la escuela porque la escuela era primordial”. En Explora, ha podido observar las diferencias entre los niños y ha entendido qué tan desastrosos son los efectos del sistema educativo convencional en ellos. Está considerando seriamente que su hija de cinco años no vaya a una escuela convencional. ¡Esto me alegra mucho!
Yo entiendo que cuando has crecido en ese mismo sistema puede ser difícil entender que los niños sí sean tan capaces. Pero yo veo con tanta claridad que todos los niños son individuos con diferentes intereses, talentos, habilidades y necesidades. Es por esta razón que opino que todos deberían tener el derecho de desarrollarse bajo sus propias condiciones: sin importar cuáles son sus antecedentes culturales, sociales o económicos, y sin importar si son neurotípicos o no. Los niños que sí tienen esta oportunidad (como ahora mi hijo y sus compañeros), desarrollan su creatividad, su pensamiento crítico y su capacidad de tomar decisiones adecuadas. Se vuelven individuos responsables, autónomos e independientes, capaces de crear lo que necesiten para sus vidas.
Yo quisiera que todos los niños tuvieran el derecho de desarrollarse bajo condiciones que solamente la educación auto-dirigida puede brindar. No únicamente florecerían los niños. Estoy convencida de que la sociedad entera también.
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